Difícil dejar de mencionar este disco; primeramente por tratarse casi de un álbum póstumo, lanzado a días del 2016, como una especie de regalo de cumpleaños del Duque Blanco, que cumplió 69 el pasado 8 de enero. Pero también porque llega tan sorpresivamente como había ocurrido con “The Next Day” del 2013, que arribó a las tiendas luego de más de diez años de inactividad y haber hecho demasiado ruido.

No obstante, la calidad del inglés sigue intacta. Ya con “Blackstar” Bowie puede dejar perplejo a más de uno. Se trata del primer corte, con casi diez minutos de duración, de una melodía hipnótica y por momentos provocativa, que básicamente tiene dos partes musicalmente opuestas. Pero es con el par conformado por “’Tis a Pity She Was a Whore”, con un increíble trabajo del saxofonista Donny McCaslin, y “Sue (Or In A Season of Crime)” que el disco despega y vuelta realmente alto. Y con apenas estos tres títulos, ya se recorre casi la mitad de un disco de tan solo siete canciones; aunque, eso sí, superan los 40 minutos de duración.

El final, con tres gigantescas baladas, especialmente con “I can’t give everything away”, es realmente impagable. De todas formas, el disco puede presentar complicaciones ante las primeras reproducciones en cualquier aparato de sonido por esa exploración sonora tan característica en el músico. Además, es mucho, bastante más oscuro que “The Next Day” que representó el retorno a territorios típicamente más rockeros. Aunque con casi cincuenta años de carrera y varios revolucionarios títulos, “Blackstar” vuelve a dar que hablar.