“Bienvenidos a mi mundo,” dice el Metal God, Rob Halford, en “Dragonaut”; y vamos apenas en el primer tema de este decimoséptimo disco de los ingleses y el primero sin el legendario K.K. Downing, quien junto a Glenn Tipton conformaba uno de los mejores dúos de guitarra de todos los tiempos. Y es que Judas Priest está en la cúspide de la élite a nivel musical, más allá de estilos y preferencias. A Judas lo que es de Judas, ¿o no?

El disco entero es de pura calidad, con mención especial para Richie Faulkner en reemplazo del mencionado Downing, logrando riffs tremendos y metiéndose de lleno en la composición de los temas. Y aquí destacamos a “Halls of Valhalla”, un tema ya épico que nos transporta a la buena y vieja época del grupo, “Metalizer”, un tema de lo más agresivo, y “Crossfire”, con aires casi bluseros, sin abandonar totalmente el estilo, hasta llegar a “Beginning of the End”, la hermosa balada que cierra este disco.

Para ser sinceros, no puedo escribir acerca del quinteto inglés de manera objetiva. Sólo puedo decir, que este disco – entero, sin temas de “relleno” – es lo que más me ha gustado de ellos en muchos años. El año pasado fue Black Sabbath, este año Judas Priest. Los viejitos siguen dando cátedra.