Toneladas de conexión y energía con Simple Plan

Yo no sabía mucho de Simple Plan. Hace ya unos meses se había anunciado la presentación en vivo del grupo por estos lares, que sí despertó gran interés, generando una muy buena respuesta en las ventas anticipadas. Pero, personalmente, además de conocer apenas un par de canciones; eso sí, bastante populares a principios del milenio, desconocía información alguna sobre ellos.
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Es por eso que cuando apenas arrancó el show, con una puntualidad ejemplar, me vi sorprendido más por la respuesta del público, que por estos cinco canadienses. Conformada casi en su totalidad por eufóricos jóvenes, la audiencia se entregó a pleno a un show que se extendió hasta la hora y media y que no supo de pausas.

Desde la primera canción, “Opinion Overload”, hasta el cierre, con “Perfect”, la gente respondió como pocas veces se pudo apreciar, cantando todos los temas como si cada uno de ellos fuera el hitazo de la banda, sin tregua alguna, y sin que importen detalles acaso importantes como la ausencia del bajista, David Desrosiers, (por motivos personales, según explicaron), ni las condiciones del sonido, que tardó en acomodarse durante los primeros números, hasta sí encontrar luego un buen punto.
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El resto es casi inobjetable. Al instante de arrancar la segunda canción, “Jet Lag”, el vínculo entre músicos y público quedó vigorosamente forjado en una conexión tan maciza como indisoluble.

Pierre Bouvier cumple su trabajo como frontman a la perfección; saluda en español, tira algunas frases en guaraní y coquetea con los presentes. “Ustedes son muy sexys, hay chicas muy lindas aquí,” expresa, para que el grito se vuelva ensordecedor. Además, no pierde fuerza en su voz, ni entusiasmo en sus movimientos. Por su parte, Jeff Stinco y Sébastien Lefebvre, en guitarras y coros, se ubican sin mucho esfuerzo a la altura de la velada, y el baterista Chuck Comeau, es también bastante activo.
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Y no sabía mucho de Simple Plan. No estaba al tanto de que su último disco, “Taking One for the Team”, fue lanzado a principios de este año, y que es también el título de esta gira. De este disco incluyeron cuatro canciones, cuya respuesta me hizo pensar que el grupo no ha perdido vigencia en todos estos años y que sus seguidores son realmente constantes. De todas formas, los momentos más celebrados llegaron con “Welcome to my life”, “Perfectly Perfect” (precisamente del último trabajo), “Shut Up” y “This Song Saved My Life” y que merecieron elogios por parte del grupo mismo. “Son fantásticos. Es nuestra primera vez aquí, pero no tardaremos en volver”, prometió Bouvier.

Además, el grupo no se sonroja para realizar unos guiños a temas de otras bandas, como “I Gotta Feeling” de Black Eyed Peas o ese divertido “Party Medley”, como le llamaron, con “Uptown Funk” de Mark Ronson (¿dónde estaba el bajo?) y “Can’t Feel My Face” de The Weeknd.
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¿Les dije que no sabía mucho sobre Simple Plan? Pues bien, ahora sé que son un grupo con unos abismales niveles de infecciosa energía y que recibieron a un público que les pagó con la misma moneda, haciendo de éste, uno de los shows más memorables del año. Y no es que me haya vuelto un fan del grupo ni algo por el estilo; pero si llegaran a volver a tocar por aquí, iría a verlos nuevamente y, esta vez, con mucho gusto.

Entonces uno hasta podría entender la idea detrás del nombre del grupo. La propuesta de estos canadienses es bastante simple: hacer música divertida, con mucha polenta y sin complicaciones. Y si después de más de 17 años de carrera la cosa todavía funciona, es un buen plan.