Emociones sin límites en el universo de Amaluna

Amaluna

Si bien uno se considera un estricto seguidor de la música, una propuesta como Amaluna, del excelso Cirque du Soleil, se manifiesta tan novedosa como atractiva.

Armado de sólo unos conceptos a priori de lo que habría de apreciar tratándose de un show internacional, llegué a la impresionante carpa montada en el puerto de Asunción.

La inquietud de los presentes era palpable. Decir que una exhibición de esta naturaleza era impensada para nuestro país es una
obviedad, y si bien la calidad del montaje no deja lugar a dudas sobre su sobrada seguridad, uno no puede evitar crearse mínimas
expectativas.

Amaluna

Y no voy a referirme a la historia. Bueno… todo se desarrolla en Amaluna, una isla habitada por mujeres y gobernada por Prospera.

Su hija, Miranda, alcanza la mayoría de edad. La reina, como para tirar la casa por la ventana, desata una tormenta; un barco naufraga y grupo de hombres llega al lugar. Y, como uno puede anticipar, el amor empieza a surgir.

La obra se desarrolla sobre un escenario circular y presenta momentos realmente espectaculares, como todos los actos de aire
– incluyendo cuerdas, aros, barras y postes – con cada artista moviéndose con meticulosa maestría, todos tan físicamente
increíbles como milimétricos. En más de una vez admito haber tenido el corazón en la boca.

La música por su parte cumple un papel fundamental. El grupo, compuesto totalmente por mujeres, llena cada momento con
calidad. A lo largo de dos horas, no reduce su eficacia, y por momentos, el groove es altamente contagioso.

Además, el sonido, las luces, el vestuario y cada detalle más técnico, están trabajados con suma prestancia.

Terminada la función, el standing ovation es merecido y las caras de felicidad también. Como espectáculo, es una cita obligada para cualquier espectador que aprecie un número de calidad. Son dos horas de y emoción y satisfacción garantizadas.