Creo haber contado la anécdota de mi primer vinilo unas cuantas miles de veces. Es que como un «joven de cuarenta y tantos años», esos tipos de hazañas quedan en la memoria para siempre.

Pero pónganse en mis zapatos; un día, allá por 1988, decidí ahorrar dinero de mi recreo para juntar la inasequible cantidad de Gs. 11 mil, o lo que costaba un vinilo en aquel entonces. Luego de dos semanas, sin sándwiches de verdura ni gaseosas, llegué hasta Lennon Record Shop para adquirir un disco… con mi propio y maldito dinero.

Entre todas las opciones, hubo un disco que llamó poderosamente mi atención gracias al sticker de la portada, que decía «Including the hits: «Love Bites», «Hysteria», «Pour Some Sugar on Me» & «Animal»» ¿¡CUATRO hits!? Este disco debe ser muy bueno, pensé. Y lo compré sin dudar. Fui a casa y lo escuché una y otra vez. Efectivamente era un disco bueno. Muy bueno!

De este modo, el colosal Hysteria de Def Leppard guarda un lugar extremadamente especial para este fan de la música y cuando supe que vendrían a tocar a Argentina, luego de veinte años, decidí estar presente.

La gira, que celebra 40 años de trayectoria de la banda de Sheffield, Inglaterra, había arrancado meses antes en Estados Unidos. Def Leppard inició su carrera con sonido más heavy, que se amoldó dentro de terrenos más pop con “Pyromania” de 1983 y el mencionado “Hysteria” de 1987.

Pero el grupo ha lanzado varios discos más, con temas que han estado en lo más alto de las listas de popularidad. Es más, su último trabajo, del 2015, debutó en el décimo puesto de Billboard 200 en Estados Unidos, con los singles “Dangerous,” y “Let’s Go.”

¿Y qué puedo decir? Un show de Def Leppard presenta todos elementos de un gran espectáculo de rock; luces y sonido de última tecnología y calidad, una pantalla de última generación y cinco tipos que saben perfectamente lo que deben hacer sobre el escenario.

Desde el inicio, precisamente con «Let’s Go», y durante poco más de hora y media, el mítico Luna Park recibió una imparable descarga de hitazo tras hitazo (incluyendo esos temas de aquel sticker!), además de «Rocket», «Bringing on the Heartbreak», «Let’s Get Rocked», y la mejor de la noche, «Foolin'», sin excluir nuevas canciones, como «Man Enough» o su versión de «Rock On» de David Essex.

Y aunque la voz de Joe Elliot ya no llega a los altos de sus primeros discos, el grupo suena gigantesco. Nada mal realmente, teniendo en cuenta que casi todos ellos están por encima de los 56 años. Es más, el guitarrista Phil Collen, toca con el torso al aire, con un físico envidiable, y Rick Allen, con un solo brazo, aporrea su batería hasta el cansancio.

De esa forma, este tipo de cuarenta y pocos años, se vio convertido, durante un buen rato, en ese adolescente que había iniciado una vida dedicada a comprar vinilos, CDs y todo tipo de cosas sobre música (y que aún sigue!) gracias a este álbum y a este grupo. La música es así de grande.