Noche de encuentro con los hermanos Cavalera
Larga fue la espera por parte del público paraguayo para ver al legendario Max Cavalera. Desde aquellos gloriosos tiempos al frente de la poderosa Sepultura, hasta sus proyectos con Soulfly primero, hasta volver a juntarse con su hermano Igor en Cavalera Conspiracy, que una visita a nuestras tierras parecía quimérica.
Finalmente la cita se dio en este viernes y la espera fue, más que nunca, ansiosa. Por razones de logística, Cavalera Conspiracy llegó con bastante retraso a nuestro país, lo que llevó a la cancelación del show de todos los teloneros, los locales Stormia y Patriarca, y Capadocia de Brasil.
De todas formas, un interesante marco de público aguardó impaciente hasta que poco después de la medianoche, Max e Igor, junto al guitarrista Marc Rizzo y Johnny Chow en el bajo, hicieron su aparición. El detalle: Igor, gran futbolero, vistió la una remera de la albirroja.
Un enérgico inicio con “Babylonian Pandemonium” y “Santuary”, con un sonido que fue acomodándole muy lentamente, hizo sacudir algunas melenas, pero no fue sino hasta que Max anunció el primero de los varios temas de Sepultura que la vibración se volvió considerable y “Refuse/Resist” sonó potente, pegadita a “Territory” de aquel sensacional “Chaos A.D.” de 1993.
Max no dejaba de saludar y arengar a los presentes. El setlist se repartió correctamente entre temas de Cavalera Conspiracy, Nailbomb y una correcta “Sum of your Achievements”, y bastante Sepultura, en especial ese extenso medley con “Beneath de Remains/Desperate Cry/Dead Embrionic Cells” con alta dosis de nostalgia. Inclusive el grupo coqueteó con la intro de “Symptom of the Universe” de Black Sabbath y una percutiva versión de Policia de Titas.
Del cuarteto en escena se puede subrayar a Rizzo en la guitarra, un verdadero bestia que no dejó de castigar con precisión sus seis cuerdas ni de moverse con mucha ímpetu. O cada golpe lanzado por Igor, que aporrea su batería como pocos en este negocio.
¿Y el viejo Max? Pues es exactamente eso. Muchos insisten en decir que Sepultura con Derrick Green ya no suena igual. Pero esto es perfectamente lógico; luego de haber cosechado gran éxito ninguna banda puede darse el lujo de simplemente reemplazar a su vocalista y mucho menos si cuenta con una de las voces más características del negocio. Pero han pasado casi veinte años y el tiempo es ciertamente perverso.
Conforme iban pasando tema tras temas, la voz del cantante iba deteriorándose notoriamente y su forma de tocar la guitarra no resultó de lo más acertada. De todas formas, es difícil no caer en la tentación de levantar los brazos, hacer un headbanging o saltar y meterse en el mosh con canciones como “Attitude” e “Inflikted”, y mucho menos con un cierre con “Orgasmatron” y “Roots”.
Es posible que Sepultura sin Max ya no sea lo mismo. Pero es que ni el mismísimo Max es lo que un día fue. De todas formas, la deuda musical fue sufragada.
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