The Mission demostró que 25 años no son nada

Resulta bastante complaciente el hecho de recibir por segunda vez a un artista de habla inglesa. Sin desmerecer a un buen número de artistas latinoamericanos, estamos tan acostumbrados a repetir sus recitales dos o más veces que, cuando surge la oportunidad de volver a ver a un grupo europeo de tanta calidad y trayectoria, es este hecho, sin duda, lo primero a ser destacado.

Pues pasaron más de 25 años para que The Mission vuelva a pisar suelo paraguayo, esta vez en el marco de la gira sudamericana que los trajo a presentar su más reciente trabajo “The Brightest Light”. Un buen marco de gente se acercó desde tempranas horas al lugar elegido para la ocasión.

Luego de la muy buena presentación de Deliverans, promediaban las 11 de la noche cuando una hipnótica “Black Cat Bone” del último disco encendió la mecha que se extendería por casi dos horas de show. La gente aún no entraba en calor, aunque esto no tardó en suceder gracias a “Beyond the Pale” donde la primera participación activa del público se dio en el coro. A Hussey se lo escucha bien, su voz no ha perdido potencia en todos estos años, y su grupo se muestra sólido, especialmente Simon Hinkler en la guitarra quien no dejó de sacarle el jugo a sus seis cuerdas. Craig Adams, en el bajo, y Mike Kelly, en la batería, por su parte forman una firme base rítmica.

Luego de “Serpent’s Kiss” y “Naked and Savage”, Hussey se tomó su tiempo para referirse al tiempo transcurrido desde su primera visita al Paraguay y destacó la tan famosa anécdota con Deliverans diciendo: “Les habíamos sugerido el nombre de Deliverance y esta noche han tocado junto a nosotros. Y esa es una de las mejores cosas de ser un músico, que uno puede influir en la vida de la gente”. Y al presentar “Sometimes the brightest Light comes from the darkest place” bromeó diciendo que ese era también un buen nombre para una banda. Así de distendida se venía la noche.

A partir de ahí llegaron los temas más conocidos, los más consagratorios. La excelente “Garden of delight” fue apenas un preludio a unas celebradísimas “Severina” y “Butterfly on a Wheel”, produciendo la primera verdadera explosión de la noche en el público. Hinkler nuevamente se luce con un penetrante solo de guitarra al final de este tema.

Luego del logrado cover de Neil Young “Like a Hurricane”, el grupo lo ensambla con una rapidísima y extensa versión de “Wasteland”, nuevamente con buena participación del público. Los guiños a “Hello, I love you de The Doors” y “Dancing Barefoot” de Patti Smith, durante la canción no pasan desapercibidos. “Swan Song”, también de su último disco marcan el final de una primera parte.

Pero el grupo no se retira. Hussey vuelve a dar rienda suelta de su británico sentido del humor y explica que la banda normalmente se retira al camerino para refrescarse, tomar algo y fumar unos cigarrillos, pero que esta vez solo tomarán algo… sin refrescarse.

Una sentida versión de “Like a child again” que entrega el vocalista en solitario es el preámbulo del fin. El arranque de “Deliverance” desató una locura colectiva en el público que no dejó de cantar ese poderosísimo coro creado allá en 1990. La última canción, “Tower of strength” se inició tranquilamente, con el vocalista otra vez en solitario y poco a poco fueron uniéndose los demás.

Curiosamente terminó de la misma forma, con Hussey entremezclando su propia composición con partes de “Rock and Roll” de Led Zeppelin. La cosa se iba extendiendo para placer de los aún presentes hasta que un agente de seguridad se encargó de darle el punto final a esta sensacional velada de rock.

Pasaron más de 25 años. No tuve el placer de estar en el concierto de septiembre de 1988. Supe que había sido una noche muy fría. Esta vez el clima se mostró bastante caluroso en una jornada donde el tiempo y la música compartieron una velada de altas temperaturas. Wayne Hussey y los suyos se encargaron de volver a hacerla inolvidable.