Para este quinto disco, el grupo inglés optó por lo simple. Acaso sea por eso que el mismo título del disco es la mera suma de la duración de estas trece canciones, donde las guitarras dan mayor protagonismo a sintetizadores, logrando un acabado ideal para llenar pistas de baile de algún boliche nocturno o para simplemente disfrutar sin mayores preocupaciones.

«Bumblebee» es una prueba de ello, que llega luego de un breve preludio. Y «Stevie» parece parte del soundtrack de alguna película de espionaje, con mucho ritmo y muy buenos arreglos. «Doomsday» es bastante alocada y el single del disco, «Eez-eh», al menos te hará mover los pies y sacudir la cabeza. Y sí, se trata de ese tipo de discos con ese tipo de canciones.

Este disco no defrauda si uno busca música, aunque buscando similitudes con trabajos anteriores uno podría resultar con sorpresas.