Perfecto aguijonazo de Scorpions en Paraguay

Cuando unas tímidas gotitas de lluvia se hicieron presentes en la fresca noche del domingo, inmediatamente después de la correctísima presentación de Steinkrug, más de uno habrá pegado un silencioso grito al cielo. ¡¿Otra vez, en serio?! Pero el clima rápidamente se portó y pasó a un segundo plano para que un interesante número de personas sea testigo del definitivo desquite de Scorpions en Paraguay.

Formados en 1965, los alemanes llegaban nuevamente al país para lo que sería en realidad su primera presentación, en el marco de su gira “The 50th Anniversary Tour” conmemorando medio siglo de existencia. Todo un logro para el quinteto de Hanover que cuenta con tres miembros ya más estables y dos integrantes básicamente nuevos, y que suman en total la friolera cantidad de 297 años de edad. Pero si el factor etario convidaba a cualquier titubeo sobre la capacidad física y/o musical de la banda, este quedó aniquilado desde el primer momento.

Con un arranque demoledor, el grupo toma el escenario por asalto con “Going Out with a Bang” de su último álbum, demostrando que la noche no sólo incluirá viejos hits sino que el grupo sigue tan activo y efectivo como siempre. Sin descanso alguno, “Make it Real” conquista a la concurrencia con las increíbles pantallas decoradas con la bandera nacional.
 
Al respecto hay que decir que tanto el sonido como el juego de luces merecen un párrafo aparte. Cada canción presentaba visuales únicos y espectaculares, como si cada canción contara una historia diferente, ganando por lejos en atractivo a muchos otros shows similares. Un ejemplo de ello fue otro tema nuevo “We Built This House”, que incluyó las letras de la canción en la pantalla, en una suerte de karaoke en vivo, con Maine invitando a la gente a cantar el coro, que respondió como si se tratara de un clásico más. Y el sonido sencillamente impecable en cada canción y para cada instrumento.

Ya antes habían pasado canciones más clásicas como “The Zoo”, la fantástica “Coast to Coast” y el medley de canciones pertenecientes de sus discos de la década del 70, cuyo arranque se dio con “Top of the Bill” para cerrar con “Catch Your Train”.

Apenas a esta altura, lo de Rudolf Schenker y Matthias Jabs comenzó a quitar el aliento. Sin excesivas parafernalias sonoras, sus guitarras construyen una verdadera muralla de riffs, con solos calcados a los logrados en el estudio, sin dejar de corretear por todo el escenario, como si fueran dos pibes realmente. Así también se lucieron en las violas acústicas, donde “Always Somewhere”, la nueva “Eye of the Storm” y, especialmente, “Send Me an Angel” nuevamente recibieron el apoyo de todas las cuerdas vocales de los presentes, en acaso el momento más tranquilo de la velada.

Con “Wind of Change” se desató la locura. El emblemático tema compuesto luego de la caída del régimen soviético, como un mensaje de paz y esperanza, y que llegó a sonar hasta el hartazgo en radios de todo el mundo, recibió una de las más sonoras ovaciones. En esta noche, lógicamente el sabor fue distinto y, por unos minutos, fue como si volviéramos a tener 15 años.

De todas formas, la nostalgia se ve superada con dos canciones realmente potentes: “Rock and Roll Band” y “Dynamite”, con un plausible Klaus Maine, cuya voz no se ve afectada en lo más mínimo y, recordando a otros valores que también han cantado en estas tierras, como Eric Martin de Mr. Big por ejemplo, vuelve a hacer que nos cuestionemos eso de ¿cómo carajos hacen para cantar así?

Y a partir de este momento el concierto llega a un extenso clímax que durará hasta el mismísimo final.

Tras presentar a Mickey Dee, el ex baterista de los legendarios Mötorhead, Maine explicó que tras recibirlo como miembro oficial, convinieron en homenajear al fallecido Lemmy con una canción de su grupo. Así el propio Dee se convierte en una tromba para dar paso a una colosal versión de “Overkill”. “Esperemos honrar a nuestro amigo Lemmy y hacerlo sentir orgulloso”, anticipó el vocalista. Y tras escuchar la propuesta, pues no quedan dudas de que sí. Pegadito a este momentazo de la noche… bueno; siento mucho por los que no fueron, pero en realidad no puedo hablar del solo de batería del gran Dee porque sinceramente me dejó sin palabras. A lo largo de la presentación, el melenudo baterista fue tan potente como matemático, como si a esa veterana maquinaria de precisión alemana faltara algo más.

Y hitazo tras hitazo el grupo termina de desbaratar al público. No faltaron “Blackout”, “No One Like You” ni “Big City Nights” que sonaron realmente monumentales. Tras la pausa, las infaltables “Still Loving You” y “Rock You Like a Hurricane”, ponen el fin a una verdadera fiesta de rock y heavy.

Tras casi dos horas de música de alta escuela, un despliegue técnico sensacional y una exhibición de trabajo escénico envidiable, lo de Scorpions se ubica directamente en el recuadro de los mejores shows que hemos tenido en el país.

Vinieron a celebrar 50 años de existencia como grupo musical y nosotros celebramos con ellos, que finalmente Scorpions tocó en Paraguay. Luego de lo de anoche, fácil es decir que a los Scorpions le quedan de taquito muchos años de vida.